sábado, 21 de febrero de 2009

FOTOS

























lunes, 16 de febrero de 2009

UNA EXPERIENCIA PARA REPETIR por XAVILL2009@ HOTMAIL.XX

Tome asiento un poco sorprendido por la actitud despectiva de este peluquero para tratar a un cliente, sospeche que simplemente era así por que yo era un desconocido, y generalmente a los desconocidos en estas ciudades pequeñas se los trata con desconfianza

Me coloco la capa alrededor de mi cuello y al atarla atrás, la apretó bastante, tanto que cuando termino y

Me coloco la capa alrededor de mi cuello y al atarla atrás, la apretó bastante, tanto que cuando termino y me la retiro me quedo la marca por unas horas.

Luego de colocarme la capa, tomo mi cabello entre sus dedos arriba y luego atrás como determinando el largo del mismo, inclusive observe una mueca en su rostro como desaprobando el largo

La peluquería debía tener al menos 50 años, no solamente por lo antiguo del sillón, que tenia el cuero ajado y roto en algunos lugares, sino también por todo el mobiliario. El espejo estaba oxidado en los bordes y tenia una esquina quebrada. Bajo el espejo había un mármol negro donde estaban apoyados los instrumentos de trabajo y bajo este había dos cajones

. Sobre el mármol había cuatro maquinas de cortar el pelo manuales, varias tijeras y cinco o seis peines. En una esquina había una especie de portalápiz de donde sobresalían varias navajas.

Supuse que iba a encender las luces para trabajar, pero

no lo hizo. Si bien entraba bastante luz de afuera, creo que no era lo suficiente para trabajar cómodo.

El peluquero dio vuelta el sillón de tal manera que yo quede de espalda al espejo, y quede mirando la puerta de entrada.

pensé que estaba arreglando algo del sillón, y que pronto

me volvería a poner de cara al espejo. Aparte que todavía no me había preguntado como iba a querer mi corte. Sin embargo se escuchaba ruido como que estaba manipuleando los elementos de trabajo, que abría y cerraba los cajones... pensé –“me imagino que me ira a preguntar como quiero que me corte

bueno, no importa, si veo que me empieza a peinar sin preguntarme, me adelanto y le digo yo como lo quiero”.

En eso, observo en la puerta un cartel al lado del letrero de abierto. El cartel estaba hecho sobre una hoja blanca de unos 10 por 20 cm., y escrito con

fibron negro. El cartel decía: “en esta peluquería solo hacemos cortes cortos, Ud. Entra a su riesgo”. Fruncí la frente como diciéndome – “estoy leyendo mal, no puede decir semejante cosa”, y volví a leer el cartel dos veces más. Efectivamente estaba leyendo bien. Lo que sucedió a continuación lo recordare por el resto de mi vida.

Ni bien estaba terminado de leer el cartel por tercera vez, la mano del peluquero se apoyo en la cima de mi cabeza y me la inclino hacia abajo. Yo abrí la boca para decirle como quería que me corte el cabello, es decir apenas dos centímetros en general, eso decía siempre. En eso escucho que se enciende la maquina eléctrica. No era el ruido de siempre, de todas las maquinas eléctricas

que se escucha un chillido rápido. Esta se escuchaba un poco más lenta. En vez de decirle lo que había pensado, simplemente pensé “¿qué esta por hacer este tipo?”.

A continuación siento algo frío en mi nuca y el sonido de la maquina lo siento retumbar en mi cabeza. Recuerdo

que apenas atine a abrir la boca para pararlo, pero no me salieron las palabras. Sentí un escalofrío en mi columna y que el corazón se me paraba del terror, no me salían las palabras. Sospecho que todo esto sucedió en apenas una fracción de segundo, pero a mí me pareció una eternidad.

De repente el frío de las cuchillas de la maquina que sentía en la nuca, sé deslizaron en un movimiento ni lento ni rápido hasta la coronilla. No podía creer lo que estaba sucediendo. ¡me estaba pasando la maquina por mi cabeza! ..intente decir algo, “¡pare!” O “¡qué hace!” , pero las palabras seguían sin salirme, sospecho que era del ataque de pánico que tenia.

La maquina volvió a

la nuca y nuevamente se deslizo hacia arriba, pero ahora en una franja al lado de la primera, y otra franja mas, y otra, hasta cubrir toda mi nuca. A pesar del calor de febrero, sentí frío en mi nuca, la tenia desnuda.

A partir de allí no recuerdo haber pensado en nada mas, es como que me deje llevar, me sentí sumiso, como violado

Hizo el mismo trabajo en ambos costados. Ahora podía ver caer en mi regazo largos mechones de mi brilloso cabello, no podía creer lo que veía, eso no me podía estar sucediendo a mí, parecía ser un sueño.

Alcance a ver la maquina y vi que tenia las cuchillas desnudas, sin los soportes que habitualmente se le coloca a las maquinas para no cortar tan corto el cabello. Ahí creí desmaya

La maquina se deslizo desde mi patilla hasta donde habitualmente me hacia la raya del peinado.

Luego paso del otro costado con idénticos movimientos.

Una vez que termino esto apago la maquina.

pensé que la tortura había terminado, pero no era así.

Escuche que hacia ruidos con sus elementos de trabajo, y a continuación

volvió a mí con su elemento de tortura, la maquina, pero esta vez sí tenia el soporte en sus filos. Lo supe ni bien la vi, era para la parte de arriba de mi cabeza.

La prendió y la apoyo en mi frente. La maquina se deslizo hasta la parte de atrás una y otra vez hasta cubrir toda la parte de arriba de mi cabeza. Nuevamente veía caer toneladas de cabello brilloso en mi regazo.

Una vez terminado esto, cambio de maquina, me di cuenta por el ruido, ahora si era un chillido mas rápido, y marco todo el borde de la nuca y la patilla.

Luego saco la pelusa de la nuca con la navaja, y me paso en la cabeza un cepillo del tipo que se usa para sacar brillo a un zapato.

Por ultimo el movimiento más terrible de todos: dio vuelta el sillón y me encontré frente al espejo

Estaba totalmente pelado. Inclusive arriba, por mas que estaba mas largo que a los costados, seguía siendo muy corto. Juro que no me reconocí.

Me saco la manta, la sacudió y dijo: “listo joven”.

Todo lo sucedido fue muy extraño, inclusive no le dije nada al peluquero. Por mas que estaba indignado , ni le dije nada, solo pague y me fui.

lunes, 9 de febrero de 2009