martes, 29 de diciembre de 2009
Rapado para fin de año ENVIADA POR MI AMIGO JAVA
NO CONFIES EN TUS TIOS
Las instrucciones del tío Anselmo
Corría el año 1977. Mi primo Ángel y yo estámos de vacaciones y el tío Anselmo nos invitó a pasar el verano en su casa de Madrid. Era un caballero cuarentón, soltero y chapado a la antigua. A mediados de los setenta todos los chicos usábamos el pelo largo, tapando la oreja. Nada más llegar en el tren a la estación de Chamartín el tío Anselmo nos miró fijamente a la cabeza, intuí que algo le disgustaba de nuestra imagen. Esperó a que llegáramos a casa para "leernos las cartilla". Nos dijo que estaba encantado de tenernos a su lado durante un par de meses y que se iba a esmerar para que lo pasáramos bien. Como él también tenía vacaciones nos acompañaría al zoo, parque de atracciones, Museo del Prado etc. Nosotros gozábamos pensando en lo bien que lo ibamos a pasar en Madrid, una ciudad totalmente desconocida y atractiva. Sin embargo el precio que teníamos que pagar era una obediencia total a nuestro tío común.
El tío Anselmo nos dijo que aquella tarde sin excusa deberíamos visitar al barbero. En Madrid el calor apretaba y deberíamos ponernos fresquitos. Nuestro tío no nos podía acompañar porque tenía unas gestiones que resolver. Ángel y yó, al quedarnos solos, comentamos que así seria mejor. Le diríamos al barbero que no nos cortara el pelo demasiado. Una vez hecho el corte nuestro tío se conformaría con el resultado. El tío nos había comprado ropa a su gusto, que para nada coincidía con el nuestro. Nos vistió a los dos iguales, como si fuéramos hermanos gemelos: una camisa blanca de manga corta, pantalones grises oscuros y calcetines altos de Ejecutivo también grises. Exhibir de aquella manera unos calcetines tal altos y finos nos resultó humillante, pero el tío Anselmo no nos dió opción de opinar. Nos dijo que mientras estuviéramos bajo su techo deberíamos obedecerle en todo sin rechistar.
Eran las cuatro y media de la tarde cuando llamó a la puerta el portero, del edificio, un tal Nemesio. Era él quien nos iba a acompañar local de barbería. Recuerdo que las calles estaban vacías y que el calor resultaba agobiante. En pocos minutos nos encontrábamos frente a la barbería en que nos iban a cortar el pelo. Era un establecimiento muy antiguo, con una puerta de cristal tapada por una cortina blanca corrida. Sin embargo, ésta estaba sin correr del todo y pudimos contemplar el sillón giratorio, con el respaldo de rejilla, y el armazón metálico, una verdadera pieza de museo. Tuvimos que esperar fuera unos minutos hasta que apareció el barbero. Se trataba de un señor mayor de pelo blanco. Nos saludó cortesmente y nos invitó a pasar. Nosotros le dijimos al portero que se podía marchar, que sabíamos volver solos a casa. Pero antes de irse Nemesio le dio un papel al barbero. Mi primo y yo nos miramos y nos quedamos un tanto preocupados. El tío Anselmo siempre estaba bromeando con que nos iba a cortar el pelo al rape en cuanto cayésemos en sus manos y solía cumplir sus amenazas.
El barbero nos invitó a sentarnos. Se metió en la trastienda y pudimos ver como se quitaba la camisa y se quedaba con tan sólo la camiseta de tirantes, poniéndose encima una bata blanca. Mi primo y yo empezamos a asustarnos. No sabíamos lo que nos iba a ocurrir, estábamos en manos de un señor mayor, de mentalidad trasnochada, que nos iba a cortar el pelo a su gusto. El barbero nos preguntó quién iba a ser el primero en tomar asiento. Ninguno de los dos queríamos tener aquel "privilegio" y discutíamos sobre el tema de forma abierta. Pero el viejo barbero nos hizo una pregunta: ¿Quién de los dos es el mayor?. Al llevarle a mi primo Ángel más de medio año fui yo el primero en sentarme en el potro de tortura.
El local olía a masaje Flöid y a colonia Varón Dandy. Al poco tenía colocada una inmensa capa blanca de algodón sujeta con una tira de papel blanco. El barbero sacó de su bolsillo la nota del tío Anselmo y palideció. Las intrucciones no dejaban lugar a dudas. Literalmente decía así:
Estimado sr.
Le mando con Nemesio a mis dos sobrinos. Observará que parecen dos ye-yes, llevan el pelo casi tan largo como las chicas. Espero que usted ponga remedio al asunto y me los envíe convertidos en dos hombres. Para que aprendan disciplina e higiene los va a rapar a riguroso cepillo parisién. Les mete la maquinilla del cero hasta la coronilla, y en los laterales hasta las sienes. No se ande con contemplaciones. El cuello se lo apura al máximo, con la maquinilla del doble cero. De arriba les corta el pelo dejándo como máximo un dedo. Un corte de marine, de los que me hace a mí cada quince días. Si se resisten tiene mi consentimiento para usar la fuerza. Le autorizo a darles un soplamocos si lo cree oportuno
Sin otro particular le saluda:
Anselmo Gutiérrez
El señor mayor empezó a peinar mi cabello negro, sin pronunciar palabra alguna. En la encimera tenía una maquinilla manual de púas muy estrechas. La movió en el aire, me sujetó con fuerza la cabeza y empezó a pasármela por el cogote. Sentí un escalofrío al notar la fría cuchilla en contacto con mi nuca. Tan sólo se oía el sonido mecánico de aquel instrumento metálico. Grandes copos de cabello negro caían al suelo o se quedaban enganchado en los pliegues de la capa. Sentí un cosquilleo muy placentero al dedeslizarse la maquinilla por mi cogote. Me la subía más y más hasta llegar a la coronilla. Cuando me asusté de veras fue al pasármela por la zona de las patillas. La piel blanca estaba a la intemperie y apenas asomaban unos pelillos milimétricos, duros como alfileres. Sin lugar a dudas aquel era el mayor rapado de mi vida. Tenía un nudo en el estómago. Cuando terminó con la maquinilla del cero echó mano a la del dos ceros para apurarme aún más el cuello y las patillas. También usó la maquinilla del uno y la del dos y en la zona del flequillo me lo cortó a tijera. Con la navaja me perfiló las patillas, los laterales y el cuello. Para finalizar me aplicó una buena cantidad de masaje capilar Flöid, a base de quina. Cuando me enseñó con el espejo el resultado me entraron ganas de gritar. Sin embargo, el barbero, queriéndome consolar me pasó la mano a contrapelo por la zona trasera de la cabeza y sentí un gran placer al notar la suavidad de mis milimétricos cabellos.
Mi primo Ángel fue rapado exactamente igual que yo. Al abandonar la barbería teníamos la sensación de que la gente nos miraba por la calle. Fuimos corriendo a casa, un tanto avergonzados. Nos preguntábamos cuanto tardaría en crecernos. A el tío Anselmo se le iluminó la cara al vernos tan peloncetes. Nos sobó a placer las cabezas y sonriendo de oreja a oreja dijo:
Así quiero yo a mis sobrinos. Podéis pasar la más rigurosa revista militar. Cada quince días iréis a la barbería.
UN RAPADO MAS
LOS HERMANOS
Le terminaron de rasurar la nuca y le quitaron la capa. El muchacho se paró de la silla y el peluquero, hablándoles a los otros dos hermanos que esperaban, preguntó quién seguía. Uno de ellos furioso se negó, el otro, como de 10 años pasó a sentarse.
Ahí fue cuando pude ver que clase de peluquero tenía en frente. Después de peinarlo, tomó unas tijeras y en tres pasadas, cortó todo el pelo que le cubría la nuca. Luego, levantaba el pelo con el peine y cortaba todo lo que sobresalía del mismo. Largos mechones de pelo iban cayendo con cada pasada mientras recorría toda la parte de atrás de la cabeza.
Levantó el pelo que cubría las orejas y de un solo golpe cayó al piso. En menos de tres minutos terminó de cortar alrededor de la cabeza. Siguió con la parte de arriba, cortando largos mechones. En menos de 10 minutos, el pobre niño había sido despojado de su melena .
Tomo la maquinita, la encendió y le rapó la nuca, le rebajó las patillas y todo el pelo sobre las orejas y recortó aún más el cabello en toda la cabeza. Luego, hizo un gran arco sobre sus orejas y le rasuró completamente las patillas y la nuca.
Fue horrible. Mi corazón latía rápidamente, estaba mareado de ver ese espectáculo. El pobre niño había perdido casi todo su pelo y se veía ridículo con sus orejas al aire y su nuca pelada.
Se paró de la silla y el barbero le dice al último hermano que esperaba que se subiera a la silla. Él se negó. El peluquero le dijo que su mamá iba a llegar en cualquier momento y que era mejor que colaborara. Mirando a sus dos hermanos, casi llorando, se plantó en su silla y no se quiso mover.
Bueno, pues tu te la verás con tu mamá. De repente, el barbero me mira y me dice: siéntate tú. Sin darme cuenta, me había ido acercando cada vez más, hipnotizado por el corte. La peluquería no tenía puerta, sino que daba a la calle y tenía una sola silla y una zona de espera alrededor.
Al ver la masacre del niñito, me había ido acercando que cuando me di cuenta, estaba dentro del local. Le dije turbado, no gracias, no me lo voy a cortar. Muy enojado me contestó: mira, tú eres el mayor y ya estás muy grandecito para hacer berrinches como el de tu hermano que no se quiere pelar. Tienes que dar el ejemplo.
Los niños me miraban sin entender muy bien lo que pasaba. El peluquero, por alguna razón creyó que yo estaba con ellos y me estaba casi jalando para que me sentara. Pero, es que yo.. , Nada. Mira que ya me tengo que ir a comer y su mamá va a llegar en cualquier momento. Siéntese y dele ejemplo a su hermano.
Fue tanta la energía con que me hablaba que sin saber muy bien porqué, me senté. Me puso la capa sobre el regazo y la apretó fuertemente. Volteó la silla de tal forma que quedé de espalda al espejo y empezó a peinarme. En ese momento, intenté reaccionar. “Espere, es que yo no vengo a cortarme el pelo”. Tranquilo, me contestó.
Mi pelo, tenía por lo menos 5 pulgadas a los lados y atrás y unas 7 arriba. Siempre he odiado los cortes de pelo y no sabía porqué me sentía tan atraído a ver las peluquerías antiguas.Nunca lo había tenido corto y aunque iba a salones de belleza donde apenas me cortaban un poco, invariablemente entraba con dolor de estomago y salía furioso con el peluquero. Cada vez que veía a algún compañero de colegio recién peluqueado, sentía mucha lástima y una gran ansiedad. Y de repente, estaba yo sentado con este carnicero. Mi corazón latía muy fuertemente y creí que me iba a desmayar.
Le dije:”es que yo no vengo con ellos”. Y me contestó, si.. claro y en ese momento pasó las tijeras por mi nuca. Sentí un viento helado. No había tenido destapada la nuca nunca en mi vida. Podía imaginarme, al recordar al niño, como seguramente me había cortado a ras todo el pelo que bajaba hasta el cuello de mi camisa. NO!! Grité. Espere por favor.Ya sabía que no había vuelta atrás. El corte había empezado y me vería ridículo si me paraba y me iba en ese momento, así que le dije: Solo córteme un poquito, las puntas y ya, bueno? Ya vi que eres el más llorón de todos. Se nota que no tienes un buen peluquero, mira nada más lo traes más largo que todos ellos juntos. Tú, tranquilo, relájate y toma esta revista para que te entretengas. Llevo 30 años cortando pelo, asi que sé lo que hago. Tomó nuevamente las tijeras y empezó a levantar el pelo de atrás y a cortar.
Acuérdese que solo quiero que me corte un poquito, le dije. Si, tranquilo me contestó. Lágrimas rodaban por mis mejillas al ver la cantidad de pelo que caía sobre la capa. Me di cuenta que no tenía ninguna intención de dejármelo más largo que a mis “hermanos”. Peinó el pelo sobre mi frente, cubríendome completamente los ojos y luego, snip, snip. Sentí como me arrancaba los flecos desde muy arriba. Era como una gran lluvia de pelo, mechones y mechones caían, rozándome la cara, las orejas. Me sentía muy raro, como con frio, como con menos peso, como desnudo.
Encendió la maquinita y la pasó, ayudado con su peinilla, por todas partes. Mas pelo caía. Esta vez no eran mechones grandes, sino más bien pelusilla. Sentí que el sonido de la maquinilla aumentaba de volumen mientras me la acercaba a las patillas. Puso con fuerza el filo donde empezaba mi oreja: me acababa de quitar todas mis patillas. Luego, me dobló la oreja y pasaba la punta de la maquina haciendo un gran círculo, siguió perfilando los costados y luego, atrás, sentí como marcaba una gran raya horizontal, muy arriba, bajando luego la maquinita para rasurar todo hacia abajo.
Me untó crema de afeitar a los lados y atrás y con una cuchilla, sentí como me afeitaba lo que antes eran patillas, me rasuraba en círculo sobre las orejas y me dejaba completamente afeitada la nuca. Me puso alcohol, que ardió muchísimo y volteó la silla para verme en el espejo. No podía creer lo que veía: me había cortado casi todo el pelo. La cabeza se veía muy redonda y menos de medio centímetro de pelo a los lados. Mis patillas ya no existían y mis orejas, que siempre habían estado cubiertas, ahora no podían tocar pelo por ningún lado, me había rasurado todo lo que las circundaba.
Tomó un espejo pequeño y me mostró atrás: me había cortado todo igual que a los lados y tenía una nuca completamente rasurada. En ese momento llegó la mamá de los muchachos. El peluquero le dijo que uno de ellos no se había querido dejar cortar. Ella, mirando a los dos pelados, le reclamó, diciéndole que por que les había cortado tanto, que parecían militares. El barbero algo turbado, le contestó que ese era el corte normal para los niños de esa edad.
La señora, todavía un poco indignada fue a pagar y cuando le cobraron 3 cortes, ella dijo, pero si a este no le cortó nada!!. Yo todavía estaba sentado con la capa puesta, medio zombie por todo lo que había pasado. Cuando el peluquero me señaló a miella le dijo que yo no iba con ellos y en pocos minutos se aclaró el enredo. La señora se detuvo un momento a verme y dij bueno, pues gracias por salvar a mi hijo de esa catástrofe, así que no te preocupes que yo pago tu corte… y tranquilo, que eso vuelve a crecer.
SOLO UNA HISTORIA ENVIADA POR JAVA
fue un dia de verano que decidi ir de viaje a Mexico. Alli vive un amigo mio, muy buen flaco, siempre de buen humor. Si bien me lleva algunos años, nunca
fue problema la edad. Nos conocimos chateando y logramos ser buenos amigos.
Cuando llegue al aeropuerto el estaba esperandome. Nos saludamos con un gran abrazo y partimos rumbo a su casa. Si bien yo tenia hospedaje en un hotel
del centro, el insistio en que vaya a cenar con ellos esa noche. Asi que acepte la invitacion y mas tarde el mismo me llevo a mi hotel.
Al otro dia paso a buscarme, era temprano, Yo ya estaba levantado por suerte, y me dice, tengo entradas para un partido de futbol, quieres venir? si por supuesto
respondi. Me puse unas bermudas de jean, una remera blanca y zapatillas nike, con mi gorro azul qeu me habia regalado mi tio que es oficial de policia. Subi a su auto y en el camino veo que el partido era a las tres de la tarde. Le pregunto, che Julián porque vamos tan temprano si el partido es a tres de la
tarde? el me responde: "No te preocupes, haremos un par de compras primero, luego almorzaremos y despues iremos a ver el partido.
Como el era quien conocia la ciudad acepte sin ningun cuestionamiento. Llegamos a un centro comercial y me dice, "oye Javi, estaba pensando en ir a cortarme el pelo, que tal si me acompañas y ya que esta tu tambien podrias cortartelo",
a lo que respondi: Te parece, yo creo que no., dije sin dudar. Mira me dice el, vamos que es temprano y luego nos vamos a almorzar. Pero te dije que
no lo tengo largo, el sonrio y dijo, no seas chiquilin, el cabello asi como lo traes esta mal visto aqui en Mexico.
Yo no habia notado nada raro, chicos de mi edad tenian el pelo mas largo que yo, pero bueno, acepte y fuimos. Entramos a la barberia, era medio antigua para mi gusto,
pero quedaba mal si le decia a mi amigo que no me gustaba., saludamos al barbero y este respondio, bueno,. quien se va a cortar. Julian se adelanto y dijo, mi amigo viene
por una buena peluqueada, no lo vaya a defraudar. El peluquero me miro y dijo: quedese tranquilo patrón, que su amigo va parecer otro cuando salga de aqui.
A todo esto Yo estaba medio sorprendido, Julian solo me miraba y se sonreia. El peluquero puso la capa alrededor de mi cuello, peino mi cabello y giro el sillon de manera
tal que no podia verme al espejo. En eso escuche el encendido de la maquina de podar soldados, intente girar para ver, y Julian se puso detras mio y no me dejaba ver nada.
El peluquero agacho mi cabeza, por poco toco con mi menton el pecho, y ahi escucho que dice el peluquero, media nuca o hasta la coronilla?, Julian respondio, hasta la coronilla
que quede bien sombreado.
Coronilla? sombreado? nooooooooooooooooo pense, y ahi solo senti el frio de las cuchillas de la maldita maquina. Grande mechones de pelo caian en mi regazo, con unas 10
pasadas por mi nuca hasta la coronilla yo sentia que me iba a desvanecer, Julian y el peluquero hablaban como si nada sucediera, Yo me sentia como un niño que no tiene
opciones y solo le resta esperar la orden de su papá a que diga suficiente, hasta ahi esta bien, pero no, Julian no decia nada, y el peluquero seguia pelando mi nuca.
Luego giro el sillon y siguio con uno de los costados, ahi pude ver el daño que me habian hecho, estaban pelandome a cero, ya tenia ganas de llorar. El peluquero seguia pelandome, ahora del otro lado, y en eso junto coraje y digo, "ey es muy corto, estoy pelado", el peluquero me dijo, Usted se me queda calladito que aun no termine, y volviendo a empujar mi cabeza hacia delante, volvio a pasar la maquina por mi nuca y los lados. Yo ya estaba demasiado tenso, lo miraba a Julian y podia ver su sonrisa maquiavelica, como disfrutando de mi rapada. La clipper volvio a tomar vida, esta vez tenia un peine en sus cuchillas, la poso en mi frente y avanzo hacia atras rapando el largo de mi cabello hasta dejar un casquete como los soldados, pero mas corto, era horrible, parecia un soldado yanki. Julian dijo, un poco mas por favor, asi queda bien parejito. El peluquero a esa altura y creo que nunca dudo, que el que mandaba en mi cabeza era Julian. Cuando termino su obra maestra de terror, con una navaja afeito la pelusa de mi cuello y corto aun mas mis patillas que ya estaban peladas a cero por supuesto. Me sacudio los pelitos con un cepillo entalcado y dijo listo para afrontar el dia. Yo lo mire, me miro al espejo y mis ojos por poco se llenan de lagrimas, me baje de la silla y veo que Julian estaba pagando el horrible corte de pelo, Bien pense, es lo menos que puede hacer. Pero mas asombrado me quede cuando lo veo caminar junto a mi hacia la puerta de salida. "ey, no te vas a cortar vos le dije" y me responde con una sonrisa, otro dia, aun lo tengo corto. para colmo saliendo de la peluqueria nos cruzamos con unos seis pibes de mi edad, y se sonrieron cuando me vieron. A todo esto, Julián me toma de un brazo y me dice, "ey Javi, olvidaste tu gorrita", me la puse y me quedaba grande, obvio, antes era llenada por el pelo que tenia. Subi al auto y Julian seguia con esa sonrisa en su rostro que parecia no irse jamas. Lo miro y le pregunto, ¿se puede saber que te causa tanta gracia? y me responde, "tú", siemrpe quise hacerle a alguien este corte de pelo y por suerte cumpliste mi deseo., te prometo que el proximo corte me lo hago hacer como a ti, despues de todo Javi, pensaste qeu ibas a venir a Mexico y te ibas a salvar de que te lleve a dar una buena rapada, jajaja!! bueno dije, juro que te voy a devolver el favor el dia que vengas a Argentina, como que me llamo Javier.