martes, 27 de abril de 2010

al compas de Figaro ( ENVIADA POR SANCHO)

Allá por los años 70 recuerdo que , por motivos laborales , debi pasar casi ocho meses en un pequeño pueblo del estado misionero , llamado Aguilar. Era un pequeño pueblo que , por su extensión , podía recorrerse todo en un día. Era tiempo de verano y , si a eso se agregaba las condiciones propias del clima del lugar ( cálido y húmedo ) , podría decirse que el calor era poco menos que insoportable. Al llegar me instalé en un pequeño motel que me había reservado la compañía para la que trabajaba, que para las caracteristicas del lugar no estaba tan mal, pero serían casi 8 meses de estadía. Era sábado el día de mi llegada, así que una vez acomodado en la que seria mi casa por ese tiempo, salí en busca de algún sitio donde almorzar. No sería fácil , sin embargo lo intenté. Luego de una larga media hora de caminata hallé un pequeño local de comidas , así que decidí probar suerte allí. Mientras comía en una mesa junto a la ventana observaba el monotono paisaje de ese pueblo , recorriendo con la mirada lo que se ofrecía a mi vista. En un momento me detuve en la imagen de una vieja peluquería , de paredes descascaradas y una cortina de tubitos de madera que hacía las veces de puerta de entrada. Recordé que, con la urgencia que había tenido que viajar, no había podido concurrir a mi peluquero de la ciudad y dado que estaria allí tanto tiempo , supuse que, muy a mi pesar, en algún momento tendría que caer en un barbero local. Como mi pelo estaba crecido y , hoy o mañana tendría que ser , decidí que fuera lo antes mejor. Así que , al terminar mi almuerzo , fui en busca de mi suerte. Ni bien entré, me recibió un fuerte olor a alguna colonia barata mezclado con un fuerte aroma a cigarros negros. El local se notaba muy antiguo.Un sillón giratorio de cuero rojo y metal, unas sillas para la clientela, un espejo grande y manchado de humedad frente a la silla del barbero y un mueble donde reposaban las herramientas de trabajo del peluquero. Debo admitir que la primera sensación fue la de terror , y ahí nomás quise volver por mis pasos pero consideré que ya era tarde para dar marcha atrás, así que viendo que había un cliente en el sillón tomé asiento en una de las sillas de espera. El barbero, hombre algo obeso, bajo de estatura y de unos 70 años, me miró con desconfianza y yo pensé que el motivo sería que mi cara no le resultaba familiar ( imaginé que en ese pueblo todos debían conocerse ). No obstante, él continuó con su trabajo. Estaba rapando a algún parroquiano, seguramente conocido, ya que hablaban acerca de los ultimos acontecimientos del pueblo, lo que a mí me resultaban del todo ajenos. Comencé a observar el modo de trabajo de quien tendría , en algunos momentos, mi cabeza en sus manos.Noté que tenía más oficio que arte o estilo, lo que aumentaban mis deseos de salir de allí cuanto antes. Cuando me fui tranquilizando, pude notar que , de algún lugar dentro de la barbería, llegaba una musica que , al prestar atención reconocí como la opera de El Barbero de Sevilla. Daba la impresión de que el peluquero entraba en trance escuchando esa musica, y que realizaba su trabajo al compás de ella. Cuando terminó de pelar a quien estaba en el sillón me invitó, con un ademán un tanto falto de cortesía , a ocupar la silla giratoria. Ya estaban jugadas mis fichas y no había vuelta atrás. Me senté, presa del pánico, y me envolvió con una sábana al cuello que cubría casi todo el sillón hasta casi rozar el piso. Debo decir que mi cabello estaba algo crecido , un poco mas de lo habitual, y me cubría las orejas y pasaba unos centimetros el cuello de mi camisa. Acostumbraba a llevarlo un poco mas corto, generalmente el peine # 4 por detras y algo mas largo arriba para poder peinarlo. El barbero , sin dirigirme la palabra, comenzó a peinarme y en un momento giró el sillón con lo que quedé de espaldas al espejo y solo podía imaginar los movimientos del peluquero.

Lo escuchaba entonar parte de la ópera que envolvía el salon ( era lógico que no me hablara pues no teniamos temas en común para dialogar ) y noté que remarcaba con su voz la parte en que el tenor que la interpretaba entonaba el Fígaro. Admito que me causaba escosor escucharlo de la voz del barbero. Cuando por fin me dirigió la palabra fue sólo para conocer que sería de mi corte, entonces le aclaré que me rebajara la nuca y los costados y que en la corona lo dejara larguito para peinarlo hacia atras. Supuse que esas indicaciones habian sido suficientes. Nada más me dijo y lo escuchaba a mis espaldas como manipulaba sus herramientas. En ese momento , y ante mi sorpresa, la mano del peluquero me empujó la cabeza hacia adelante y mi mentón chocó contra mi pecho. Fue un segundo y , en verdad no me dio tiempo a la reacción, comencé a sentir y escuchar el traqueteo de una maquina cortapelo antigua y manual que se deslizaba por mi nuca hasta la coronilla. Me sentí preso del terror. No podía reaccionar. El peluquero volvio a la base de mi nuca y, otra vez a contrapelo, la subió hasta la coronilla. Podía empezar a ver caer sobre la sabana mechones de mi cabello y seguia sin poder emitir palabra. En ese momento pensé que ya era tarde para todo , asi que con mi cuerpo rígido , me resigné a lo que estaba ocurriendo. Siguiendo los acordes de Fígaro, el barbero iba dejando mi nuca desnuda para luego pasar a mis laterales. Allí , con la cabeza algo mas suelta senti como la maquina se llevaba mis patillas en su camino hacia las sienes. Repitió en el otro lateral y luego con un cepillo de madera me quitó el resto de cabello cortado , el que cubrió casi todo mi regazo.No lo podía creer.

Volvió a girar el sillón de frente al espejo y allí pude observar las franjas de cuero cabelludo que sobresalian en mis laterales. Me quitó la capa y la sacudió en el aire como un torero, para volver a anudarmela al cuello. Ahora podía ver todos los movimientos delante mío , pero seguía sin saber que había sido de mi cabello en la parte trasera, aunque podía imaginarlo. El peluquero tomo otra de sus maquinas ( supuse que era de un peine un numero mas bajo ) y volvió a la base de mi nuca y en tres o cuatro franjas me la dejó pelada. Yo sentía el frío del metal en mi cuero cabelludo. Volvió a mis laterales , los que quedaron reducidos a la nada. La parte superior lucía bastante mas larga que el resto , y hubiera quedado ridículo si lo dejaba así, entonces le pedí que la rebajara tambien. Con otra maquina , apoyada en mi frente , recorrió la parte superior de mi cabeza dejando el cabello a un centimetro de largo. Me había rapado por completo. Pasó por mi nuca una navaja, que afiló en un cuero que colgaba del sillón, para emprolijar el corte. Lo mismo en mis patillas ( patillas es un decir ) . Tomó un espejo de mano y lo colocó detras de mí para que yo pudiera dar la aprobación del corte. Cuando me ví creí que iba a desmayar .Estaba totalmente rapado y al pasar la palma de mi mano por mi nuca parecia un papel de lija. No le dije nada. Me volvió a sacudir con el cepillo y me quitó la capa . Baje del sillón y vi el piso cubierto con mi antigua cabellera. Me miré al espejo por ultima vez, pagué y al salir, el barbero me invitó a mantener el corte sugiriendome otra visita al mes siguiente. Lo miré , no le dije nada y salí. El fresco de la tarde golpeó mi nuca desnuda y juro que sentí escalofrío.

Demas esta decir que por el resto de mi estadía no volvi a cortarme el cabello. Con esa rapada al dos ceros tenia de sobra.

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